Con la cabeza descubierta el soldado es vulnerable a los golpes que vienen del enemigo. Los golpes de Satanás dirigidos al creyente comienzan en la cabeza, si la analogía es válida, nuestra mente es un campo de batalla. Las dudas, el desánimo, y otros golpes, pueden hacer caer al soldado. La salvación de Jesús como un pensamiento perpetuo y predominante, debe moldear nuestra conducta y fortalecernos en la batalla. Además, la salvación en Cristo es la protección final contra las asechanzas del diablo