La mayoría de nosotros está de acuerdo con que el dinero no es la fuente de la felicidad, pero a veces actuamos de forma contraria.
En la actualidad estamos mejor pagados, alimentados e instruidos que nunca antes. Y sin embargo, la tasa de los divorcios se ha doblado, el porcentaje de los suicidios en adolescentes se ha triplicado, y la depresión se ha disparado en los últimos treinta años.
Hace dos mil años, Séneca escribió:
“El dinero, en sí mismo, todavía no ha hecho rico a nadie”.
¿Por qué? Porque uno es, lo que uno es, sin importar lo mucho o lo poco que tenga.